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Articles by David H. Roper

Una voz en la noche


El Salmo 134 tiene solo tres versículos, pero es una prueba de que lo bueno puede venir en envase pequeño. Los dos primeros versículos son una advertencia a los sacerdotes que servían en la casa de Dios noche tras noche. El edificio estaba oscuro y vacío; no sucedía nada trascendente… o así parecía. De todos modos, se instaba a aquellos siervos, diciéndoles: «Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid al Señor» (v. 2). El tercer versículo es la voz de la congregación que clama en la oscuridad y soledad nocturnas: «¡Que te bendiga desde Sión el Señor, creador del cielo y de la tierra!» (RVC).


Un paso más cerca

Hace unos años, un amigo y yo partimos para escalar el monte Whitney, de 4.421 metros de altura, el más alto de Estados Unidos continental. Una noche, llegamos al pie del cerro, extendimos nuestras bolsas de dormir en el campamento y tratamos de descansar antes de empezar el ascenso al amanecer. Para escalarlo, no se requiere ninguna técnica, sino que solo hay que hacer una caminata larga y agotadora en subida constante de unos 18 kilómetros.

Lugares para pescar


Hace poco, falleció un amigo mío al que le gustaba pescar. Por lo general, pasaba los fines de semana en su pequeño bote en un lago cercano, pescando. El otro día, recibí una carta de su hija, donde me decía que, como su padre se había ido al cielo, había hablado de ese tema con sus nietos. El de seis años, al que también le encanta pescar, explicó cómo era el cielo y lo que estaba haciendo su bisabuelo: «Es realmente hermoso, y Jesús le está mostrando al abuelo dónde están los mejores lugares para pescar».


Espejos

Cuando Moisés reunió a los hijos de Israel para comenzar a trabajar en el tabernáculo (Éxodo 35–39), llamó a Bezaleel, un talentoso artesano, para que ayudara a fabricar el mobiliario. Se les pidió a ciertas mujeres que llevaran sus hermosos espejos de bronce para hacer la fuente de ese mismo metal que él estaba construyendo (38:8). Ellas los donaron para ayudar a preparar un lugar donde habitaría la presencia de Dios.

Reposo tranquilo

Hace unos años, mi hijo y yo aceptamos llevar algunos equipos de un amigo a su casa de campo ubicada en un lugar alejado. En esa zona, no había caminos; al menos, ninguno que mi camión pudiera atravesar. Entonces, el administrador de la casa hizo arreglos para encontrarnos al final del camino con un pequeño carro arrastrado por un par de mulas.

Estrellas que hablan

Alguna noche, cuando estés lejos de las luces de la ciudad, «levanta […] en alto [tus] ojos» (Isaías 40:26). Allí, en los cielos, verás una luminosa banda de estrellas que se extiende de un horizonte a otro: es nuestra galaxia.

Dios susurra: «Un pez».

Hace varios años, mis hijos y yo disfrutábamos de unos días juntos, paseando por un río y pescando, con dos guías de pesca que también conducían los botes.

Menor que todas

A diferencia de aquellos que se creen importantes, Jacob sabía que el pecado lo había arruinado (Génesis 32:10). Se consideraba indigno de la gracia de Dios. Había engañado a su hermano Esaú para robarle la primogenitura (cap. 27), y este lo odiaba. Años más tarde, Jacob volvía a enfrentarse con él.

Alguien que entiende

El esposo de mi amiga estaba en las últimas etapas de la demencia senil. Cuando le presentaron a la enfermera que lo iba a cuidar, le tomó el brazo para detenerla y le dijo que quería que conociera a su mejor amigo: alguien que lo amaba profundamente.

No pienses más en ellos

Mis primeros años de creyente en Cristo estuvieron cargados de presentimientos. Tenía la impresión de que, cuando Jesús volviera, se proyectarían todos mis pecados en una pantalla grande, para que todos los vieran.